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jueves, 19 de abril de 2012

CRONICA



“SI QUIERES MATAR A UN ENEMIGO, REGÁLALE UNA FINCA"


Fuente: Ricardo Vejarano.

Mi padre me contaba hace unos días la historia del café colombiano en el municipio de Trujillo – Valle del Cauca mientras caminábamos por la carretera que conduce de la vereda Alto Cristales a Andinápoles. Al preguntarle por qué no estaba cogiendo café en una fecha donde siempre lo había visto tan ocupado y contento con su coco en la cintura, sin palabras técnicas y discursos triviales como los que suelen transmitir en televisión, mi papá respondió que se debía simplemente a los drásticos cambios de clima. Asombrada me quedé, pues pensé que mi papá no estaba al tanto de las noticias que comentaban la angustiosa “crisis cafetera” que tenía alarmada a la Federación Nacional de Cafeteros y  Ministerio de Agricultura.

Yo había seguido todo el monto informativo, desde los periódicos hasta los videos del senador Jorge Enrique Robledo. Me pareció entonces que el asunto era grave. Entre todos esos artículos encontré el proyecto que tiene el Ministerio de Agricultura, ley de desarrollo rural que fue difundido por el diario El espectador, después leí la noticia que el presidente del INCODER se le había sustituido de su cargo y se estaba buscando urgentemente un nuevo gerente. De inmediato pensé en mi tío: “Esas promesas de terreno propio se fueron a la lista del olvido, que pesar de mi tío”. Según comenta la Revista Semana, el gerente manifestó: “No iba a salirme por la puerta de atrás, callado, alguien tiene que hacer las críticas y no necesariamente desde la oposición”. El señor Juan Manuel Ospina considero que el programa con el cual trabajaría por el campo se desmoronó debido a la mala racha que está pasando la respectiva entidad. En su declaración confirmó que hay grandes problemas de ejecución y dirección en la política de Juan Manuel Santos en reactivar el campo colombiano. El 9 de abril el presidente de tan estimada republica nombro a la nueva gerente del INCODER, la señora Miriam Villegas de quien se dice es una dama empapada de tierra, es decir esta muy relacionada con temas referentes a tierras y defensa en despojo de tierras, espero con la migaja de fé que me queda una buena administración.  

Sentí la necesidad de leerle a mi padre todos esos artículos que la prensa colombiana cuelga en sus plataformas para que me diera su opinión al respecto y no le echara la culpa solo al clima. Era ya de noche en las montañas que lindan con el Chocó y decidimos discutirlo al siguiente día, porque como dicen los citadinos, en las fincas es cierto que se acuestan con las gallinas.

Ya en la mañana de Viernes Santo, como en el viacrucis, cogimos camino hacia el pueblito, nuestras estaciones no eran para decir: ¡Te adoramos, Cristo, y te bendecimos! Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Y tampoco nos arrodillamos. Durante el camino nos sentamos a descansar bajo la sombra de  un  guamo. Pregunta tras pregunta, me le pegué a mi papá como cuan niña con su maestro. Comenzó hablándome de la tal crisis cafetera y dijo: “Desde hace mucho tiempo hemos estado en crisis. Nosotros como  pequeños cultivadores del café hemos estado apartados del brazo “acogedor” del estado, los precios bajos nos han perseguido cada vez que cae el dólar, las plagas, las lluvias y el café caturro son problemas del diario vivir. A los ricos, que son cultivadores a gran escala me imagino que deben estar muy asustados con tanta llovedera y la poca producción que se está evidenciando. No hay ningún veneno, ni abono, ni pócima secreta, ni dinero  que entidades como el Ministerio de Agricultura, la Federación de Cafeteros y otras más, les obsequien para que el café florezca y  se madure”. Pero intervine en su respuesta y le pregunté: ¿y qué sucede con los que no son ricos y tienen muchas hectáreas en café y esperan una buena producción para pagarle a sus recolectores? Mi padre respondió: “Estos se encuentran en la mitad de la escala de producción y de beneficiamiento. En uno de los artículos que mencionan la “dizque” nueva ley de desarrollo rural  trataron el contrato de protección de precio que hace tiempo está en marcha. Consiste en asegurar 50 por ciento de su cosecha anual que  permite garantizarle al caficultor un precio mínimo por la carga de café, con la opción de cobrar la diferencia entre 650.000 pesos por carga y el precio promedio de compra del mes del respectivo contrato. Para  ellos es esta medida, pero como están las cosas es imposible asegurar una carga de café que ni se sabe si se va a recolectar, eso es otro embrollo para  sacarle más dinero a los caficultores cuando la producción aumente, porque no es un secreto que donde haya más palos de café, es donde el ojo económico está en la mira. ¡Mija!, mejor dicho esa gente está peor que nosotros”

Se me hacía raro que mi padre estuviera tan tranquilo y crudamente me respondiera los interrogantes que a muchos caficultores los está dejando en la ruina. Pero me confesó que su vida como trabajador en el campo lo ha hecho muy tolerante frente a estas situaciones. Por muchos años los que han tenido el poder de la agricultura han conseguido controlarlos; son vistos, sólo como la locomotora que jalona parte de la economía colombiana.
  
La Federación Nacional de Cafeteros hace tiempo viene sirviendo a los campesinos de esta zona, pero de igual forma también la han embarrado. Los campesinos han confiado en el conocimiento de los funcionarios de la respectiva entidad. En algunas ocasiones es un conocimiento que favorece a los cultivos, sin embargo han tenido que enfrentar grandes errores condicionados por las peroratas que esta entidad ha formulado incidiendo en la compra de abonos y la tala de árboles, los cuales generaron grandes pérdidas que los campesinos han tenido que enfrentar. Las políticas de precio e impuestos, reglamentadas por esta institución sólo con el fin de incrementar sus beneficios económicos, fueron encubiertas  por medio de reuniones cafeteras donde se entregan rica comida, abono, semillas, bolsas, colinos o variedades de café entre ellas el famoso “caturro” y por supuesto no podía faltar en algunas reuniones la presencia del profesor “yarumo” quien parece más un animador con sombrero y botas que un experto en el café. Han maquillado las políticas que los rigen y sus hecatombes de abuso con simples presentes, que vista de un humilde campesino son manjares aristócratas. 
  
Entre charla y carcajadas mi papá me comentaba lo bueno que era el café cuando solo existía una especie. No se asistían con químicos y los caficultores como mi abuelo, tenían cantidades de terrenos en café. Cuando el precio bajaba, lo campesinos recurrían a guardar sus cargas y esperaban a que subiera el precio. No había tanto embeleque, se podía esperar sin la preocupación de aguantar hambre, porque en ese tiempo no existían esas políticas de hoy en día. En ese tiempo gran parte del dinero era para el campesino. Se crearon muchas entidades en pro del café y el campesino, muchas fueron destituidas por su ineptitud y por la cantidad de dinero que se atribuyeron ilegalmente, dinero que salía del bolsillo del campesino. El estado se jactaba del beneficiamiento que les adjudicaba a las familias campesinas tanto con dinero como con insumos agrícolas, pero lo cierto, era que grandes cultivadores de familias adineradas y con poder en la política recibían estos subsidios (y no me refiero al escándalo de Agro ingreso seguro, este tema es más reciente)

Es entonces, que todas estas hazañas desprovistas de honradez se han ido repitiendo conforme pasan los años y los campesinos siguen sumergidos en la ingenuidad, tolerancia y abandono total. El senador Jorge Enrique Robledo menciono en el congreso: “La Contraloría encontró que la Federación se autoasignó ilegalmente 30 mil millones de pesos de recursos públicos. En 2007, la sociedad Eco Seguros, que administra la Federación Nacional de Cafeteros y en la que el 94% del capital es del Fondo Nacional del Café, donó 30 mil millones de pesos a la Federación de Cafeteros. De acuerdo con el informe de auditoría, esto es ilegal porque la Constitución prohíbe que se hagan donaciones a privados con recursos públicos y porque “FEDECAFE (FNC), fungiendo como administrador de los recursos del FONC, dispuso autoasignarse una cuantía de $30.000 millones a título de donación”


Por último hablamos acerca de la ley de desarrollo rural. No tuvimos mucho tiempo porque en ese momento nos alcanzó un yeep que nos dio un aventón hasta Andinápoles. Solo logró comentarme que muchas de los artículos allí mencionados ya están en funcionamiento y que por lo visto no ha sucedido nada extraordinario, solo que han aumentado los embeleques para la producción agropecuaria, pues exigen una infraestructura modernizada, es decir, los cerditos y  los pollitos que sirven para estos momentos de crisis,  ya no se podrán criar en las cocheras y galpones caseros. Por otra parte, está la preocupación de que el campo quede a manos del Incoder, una entidad familiarizada con el desorden y robo en su estructura, no conformes con esta mención de criminalidad ahora se les ha asignado  manejar todos los recursos económicos correspondientes al agro ¡Que locura!

A mi padre, que tanto me inculcó el amor por el campo le agradezco que desde pequeña me haya llevado a coger café con un coco que me baila en la cintura, con las uñas negras de coger una pepita roja que si se cae al piso es mejor recogerla, sufrir porque en las noticias el dólar baja y rezar porque la lluvia cese y el sol no pegue tan duro. Después de vivenciar la cruda realidad del campo y llegar a la ciudad donde difunden la imagen del campesino con su cara amable, con las gallinas y los ponchos, en su casa colonial, concluyo que la tolerancia no es solo de los ingenuos, de los montañeros que se dejan meter gato por liebre, no señores, el hombre de la urbe también ha caído en la enfermedad de los bobitos haciendo caso omiso en el despojo ocasionado a la madre que le da de comer. El 20 de julio del presente año será llevada al congreso la nueva ley de desarrollo rural para su aprobación, ley que se asemeja a la industrialización del campo.

Mi padre, quien agradece por haber tenido un terreno propio en el que se puede sembrar y que sirve como sustento económico, con el rostro cansado y sosteniendo su peso con sus manos quemadas por el sol en un guamo que fue ordenado sembrar por la federación nacional para que diera sombra al café y que después fue exigido cortar;  susurra: “Si quieres matar a un enemigo, no lo mates, regálale una finca y deja que se mate solo”