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domingo, 22 de julio de 2012

Ignorante opinión.


Refrescando memoria.

Una patria puta y sin historia. 
“El efecto domino del neoliberalismo, la globalización y el TLC”

La historia es como una gran biblioteca mundial que se  pierde entre infinidades de galerías. Se hallan allí,  a  causa de un pueblo cómodo en la mentira, libros que cargan con la corrosión en sus páginas y el olvido de sus letras.  En las escuelas nos enseñaron a escudriñar la historia desde la visión de la aceptación y el olvido, porque una vez es leído el pasado tenemos la certeza de no reconstruirlo, hasta tenemos la manía de modificarla por conveniencia o por la triste enfermedad de la memoria cruel que nos acecha. Del pasado nos quedan algunos historiadores malgastados, ya no tenemos cronología ni  una verídica historia. En este sentido, aclaro que no soy historiadora, ni viajo en la máquina del tiempo, este ensayo solo es el resultado de las historias contadas en diarios, libros y lo poco que queda de la memoria colombiana.

Para aquellos que creen que todas las peripecias que se han masificado alrededor del neoliberalismo en el actual gobierno, son justamente su responsabilidad, les comento que solo son los efectos de las decisiones tomadas por nuestros antepasados dirigentes y que los actuales repiten sin complique.  Por si no lo recuerdan, en la década del 90, durante el periodo del presidente Virgilio barco se introdujeron las políticas neoliberales que  pretendían implementar una política económica con énfasis tecnócrata y macroeconómico, que reduciría al mínimo la intervención estatal en materia económica y social, lo que llevaría a  privatizar los entes del estado, dar una apertura económica a otros países y mayor desarrollo económico y social para el país. Sin embargo al poner en marcha este plan, los colombianos presenciaron una terrible degradación en su economía, el desempleo aumento, la soberanía se encontraba en riesgo  y la autonomía política ya no era decisión del estado. 

Estados unidos había llegado al país con las perversas intenciones de ayudar, sin embargo  quería controlarlo todo, es decir, poner en marcha una nueva colonización.  Colombia en su ingenuidad quería seguir los pasos del gigante mundial, se propuso a seguir los concejos que le imponían los gringos. Entre los  concejos que durante esta presidencia fueron tomados fue la forma nacional que asumió el llamado Consenso de Washington, que aplicaba tres principales ideas: Disciplina macroeconómica, economía del mercado y por ultimo apertura al mundo. Este devastador plan fue puesto en marcha durante el mandato del presidente Cesar Gaviria, para ese entonces  se conoce que su aplicación nació de una extorsión del Banco Mundial, según lo explicó en El Tiempo del 27 de febrero de 1990 el ex ministro de Hacienda Abdón Espinosa Valderrama. Este fenómeno llevo a Colombia a experimentar la reducción de recursos económicos, pérdida de autonomía política frente a los actores externos y debilidad dentro y fuera del país.

Ahora bien, se hace necesario nombrar que durante la presidencia de Andrés Pastrana se introdujo el plan Colombia en el que se promocionó la paz, se planteó el fin del narcotráfico y se restablecería la economía financiera, pero ojo aquí, nuevamente con la ayuda de Estados Unidos. Repetimos la misma historia, Colombia continuaba como un simple enano codiciando la apariencia del gigante frente al espejo. Alardeaba con dejar el bajo mundo comiendo cuento a punta de palabras rimbombantes como globalización, capitalismo, riqueza, felicidad, empleo, exportación, etc. En efecto, la deuda externa aumento, los patrones de mercado eran diferentes, no teníamos suficiente inversión extranjera. Estados Unidos había jugado sucio al presentarse como el buen samaritano financiando al ejército que combatía con las fuerzas armadas revolucionarias para acabar con el narcotráfico y obtener la paz, mientras nuestra república muy oronda le abría las piernas con permisos de hacer que lo que se le viniera en gana. Es así como las trasnacionales y multinacionales comenzaron a inundarnos, explotando nuestros recursos naturales y mano de obra. Pueblos enteros afectados por las malas prácticas de producción; la minería a cielo abierto, la tala de árboles, el robo de tierras fértiles, la disminución de los ríos, el desempleo, muerte de trabajadores y sindicalistas fueron temas comunes que nos arribaron sin explicación, como si todo hubiera ocurrido en un día donde estábamos profundamente dormidos.

Es el momento de nombrar al monstruo que viene creciendo desde el 2003 y que hoy ya esta hecho todo un pie grande. Si señores, hablamos del TLC o tratado del libre comercio, ese que ahora todos (excepto los uribistas) repudiamos. No satisfechos con el tremendo daño a nuestro país, llega un nuevo personaje a empeorar la sopa. Álvaro Uribe Vélez, en ese tiempo presidente de Colombia, al evidenciar la inefectividad del ALCA decide aliar a Colombia con Estados Unidos. Tras varios años en negociaciones, el 24 de julio de 2008  la corte constitucional declaró el tratado exequible, pero en el congreso de  Washington los demócratas consideraron que nuestro país no había tenido avances en materia de seguridad, derechos humanos y laborales.  Era evidente que el TLC destruiría el campo, es por eso que apareció el plan de acción más conocido por su corrupción que por su finalidad, Agro Ingreso Seguro, institución que ayudaría económicamente a los campesinos para que tuvieran mas posibilidades de competir con el mercado estadunidense. El tema quedo en veremos.  Sin embargo, al posicionarse el gobierno de Juan Manuel Santos y el del presidente Barack Obama las negociaciones continuaron de la mano del nuevo plan de acción que fortalecería  las protecciones laborales y pretendía combatir la violencia contra sindicalistas. El 12 de octubre de 2011 el congreso dio el si y para el 15 de mayo los dos presidentes anunciaron que el TLC entraría en marcha.

No se ustedes, pero a mi todo esto se me parece a una subasta de países tercermundistas en el que Colombia hizo parte de una promoción. Nos compraron con el discurso favorito del SENA: “El emprendedor triunfará”, además del murmullo que se convirtió en una ola de promociones de carros, computadoras, motos y hasta el sueño americano. Es imposible que un enano salga victorioso en una pelea de gigantes, eso solo pasa en los pasajes bíblicos. Desde el principio todos sabíamos que los intereses económicos del campo colombiano entrarían en peligro por las cuantiosas ayudas internas y subsidios a las exportaciones que recibe su competencia estadounidense, y las barreras arancelarias, principalmente sanitarias y fitosanitarias, para ingresar con nuestros  productos al mercado estadounidense. Yo no voy en contra del desarrollo y la esperanzas de poseer una economía equilibrada y estable, pero es inevitable criticar una nueva burrada, pues ni siquiera los planes de acción para proteger un poco el golpe de esta patria boba se cumplieron.

miércoles, 11 de julio de 2012


Permanente.

Tienes ese cuerpo agrietado, enredado, pero consciente.
Lo llenas con sabanas prestadas de otros cuerpos mientras descansa de tanto jadeo.
Robas caricias en posiciones  desequilibradas y estas a punto de vomitar tanto exceso.
Tienes ese cuerpo entre el  desperdicio y la humedad  que dejan los encuentros orgasmicos.
Permaneces casi ausente, casi olvidada
¿Acaso eres una ninfa?
Quizás seas una mujer de remiendo.








La gata.
Quiero quedarme Bastet.
Yo voy como sombra entre sus patas.
Me cuelgo de su cascabel y me siento acompañada.
Tengo la noche de aliada, pero tu persistes en llevarme.
Anda y escribe en tu arena que esta mortal quiere maullar.
Concédeme la libertad de ver en mis ojos una galaxia independiente.
Déjame caminar por ahí donde el alba no me alcance, donde las heridas se sanen en siete vidas. 











Mentir.

La niña lo revive en sus sueños.
La niña llora dormida.
A la niña no la dejan morir y olvidar su amor de caricatura.
La niña no respira y se adormece.
A la niña la dejan volar y despertar.
La niña  recuerda su despedida.
La niña en vano muere.












Vértigo

En el aquí, continuo con el vértigo en relieve.
El cabrón no come de horas, de kilómetros, de ruegos disimulados.
Inamovible, se guarda  en la mirada extraviada, en la memoria que se oxida.
Viaja conmigo en el bus, sube a la cama alquilada, se baña con mi shampoo.
Le asesino en compañía de un amor inventado, de un trago en la madrugada.
Pero se prende de nuevo en la cabeza y doblega toda razón.
Viaja en la maleta de la vida hasta que llega al destino de la muerte.




Minificción


El hijo prodigo.


Los primeros que vieron el cadáver en el rio Arauca fueron tres niños que jugaban con barquitos de papel. Después todo el pueblo estaba en la escena fúnebre. Nadie supo quién era. Se habían borrado las facciones de su rostro. Entre la multitud una anciana aseguró conocer sus botas azules talla cuarenta. Para los habitantes de Arauca no era extraño que doña Carmen, entre sus achaques de veterana, reconociera ese cadáver como su hijo. En realidad, hacía cuarenta años que no sabía de él, que decidió argumentar su ausencia con su muerte. Todo cadáver que aparecía en el rio lo adoptada, sin embargo este fue el único que logró darle nombre y enterrar en su patio.  En ese mismo año tocó a su puerta un forastero que afirmó ser su hijo. Doña Carmen analizó minuciosamente su rostro y le respondió que estaba equivocado de madre. Le manifestó que tenía tres hijos: dos casados y uno el patio. El militar se sintió indignado. Sin perder la compostura, entró rápidamente al patio esperando encontrar al suplente, pero se sorprendió al hallar una tumba con su nombre, unas flores y las botas que le había rodabo un compañero del Ejercito. Al ver a su madre contemplar la tumba con resignación, comprendió que allí estaba su verdadero hijo.



El destino de Leidy.



Leidy se había ido de su casa hacía más de un año. Había llegado a una ciudad que le dicen Milagro, al parecer, porque sobrevivió a una catástrofe mundial. Alquiló un cuarto y una cama; una mesa y una máquina de escribir, y con el tiempo una pequeña estufa eléctrica. Su cuarto quedaba cerca de su Universidad, así que nunca apreció el aroma a café que tiene los autobuses. Leidy siempre cargaba la soledad y el descontento que llevan los forasteros, aunque había sido su decisión vivir en una ciudad para adelantar sus estudios, no podía dejar de extrañar al hombre que había dejado en un lejano pueblo. Como de costumbre lo llamaba en su horario de trabajo para asegurarle un te quiero. A medida que pasaba el tiempo las actividades de su carrera la absorbían por completo, impidiendo regalarle una llamada. Un día le fue posible huir de sus ocupaciones y cómo quién escapa de un destino frívolo tomó un  bus para verle. Al llegar a casa estaba su padre esperándola en su mecedora. Leidy lo abrazo y se sentó en sus piernas. Al cabo de media hora se quedó dormida de la felicidad.