Las caricias profundas alrededor de un sofá en medio de
la oscuridad
Fueron complicidad
de un precipitado deseo mucho antes mencionado.
Una palabra que se calla porque tu respiración se agita
dentro de mi cuerpo
Un cabello entrometido que plasma el sabor de la lujuria,
No termina, se encuentra dentro del lapso de la lluvia.
Mírame! quiero que gires dentro de un paladar caníbal
Que rompas un viejo corazón y enciendas un poco más mi
cabello entre enredos ardientes
Que simple!! No puedes evitar la suciedad de la mirada
extraviada entre el recorrido de unos pechos húmedos.
CARTA
DE UNA MUJER CON MASOQUISTIOSIS CRÓNICA Y ANSIEDAD DEGENERATIVA
Piénseme si realmente quiere tenerme en su mente.
Llámeme si considera que me
necesita.
Búsqueme si ha dejado el
pasado atrás y desea encontrar más que unos
besos dulces,
si verdaderamente quiere
verse a mi lado.
Mientras que caminamos en el
tiempo y posiblemente no me piense, ni me llame, ni me busque yo estaré
recordándole y negándome la posibilidad de llamarlo, de buscarlo, reprimiendo
lo que causa mí enojo, mi locura, mi pasión por usted. Palabras que quedan
atrapadas en sus desilusiones, besos que se niegan por dolor, caricias que se
retractan en su ausencia. AUSENCIA que llena mi cabeza de pensamientos que
acusan a su nombre de vivir nuevamente
un recuerdo.
Que fácil sería olvidarme de
su voz, imaginar que no nos conocimos y que nunca puso en mis manos ese libro.
Seguir sin la ilusión de verle con gafas claras, de invitarlo hacerle compañía
al bosque, cerrar la cajita donde guardo mis secretos y escribirle por última
vez lo que sucede en la noche anterior.
Traté de evitar esa concepción, negando
de mil formas la sensación que
invade descontroladamente mi cuerpo, no
quise ni imaginarlo, pero la noche es larga el desespero abunda y el descanso
no llega.
¡Pero le aclaro! su
indiferencia es el motivo de mi salvación, la reivindicación de sentir los poros abiertos, llorar de dolor y
poder gritar que no soy un papel en el que se puedan apoyar sin escribir una historia. Por lo tanto
seguiré recibiendo lo poco o lo nada, lo amargo que me inyectas y las ansias
que me dejas.
No cesaré de decírtelo: el sentimiento de la humanidad es quimérico; jamás podrá hacer frente a las pasiones, ni incluso a las necesidades, si contemplamos que durantes siglos los hombres se devoran unos a otros.
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