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miércoles, 11 de julio de 2012


Permanente.

Tienes ese cuerpo agrietado, enredado, pero consciente.
Lo llenas con sabanas prestadas de otros cuerpos mientras descansa de tanto jadeo.
Robas caricias en posiciones  desequilibradas y estas a punto de vomitar tanto exceso.
Tienes ese cuerpo entre el  desperdicio y la humedad  que dejan los encuentros orgasmicos.
Permaneces casi ausente, casi olvidada
¿Acaso eres una ninfa?
Quizás seas una mujer de remiendo.








La gata.
Quiero quedarme Bastet.
Yo voy como sombra entre sus patas.
Me cuelgo de su cascabel y me siento acompañada.
Tengo la noche de aliada, pero tu persistes en llevarme.
Anda y escribe en tu arena que esta mortal quiere maullar.
Concédeme la libertad de ver en mis ojos una galaxia independiente.
Déjame caminar por ahí donde el alba no me alcance, donde las heridas se sanen en siete vidas. 











Mentir.

La niña lo revive en sus sueños.
La niña llora dormida.
A la niña no la dejan morir y olvidar su amor de caricatura.
La niña no respira y se adormece.
A la niña la dejan volar y despertar.
La niña  recuerda su despedida.
La niña en vano muere.












Vértigo

En el aquí, continuo con el vértigo en relieve.
El cabrón no come de horas, de kilómetros, de ruegos disimulados.
Inamovible, se guarda  en la mirada extraviada, en la memoria que se oxida.
Viaja conmigo en el bus, sube a la cama alquilada, se baña con mi shampoo.
Le asesino en compañía de un amor inventado, de un trago en la madrugada.
Pero se prende de nuevo en la cabeza y doblega toda razón.
Viaja en la maleta de la vida hasta que llega al destino de la muerte.




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